Posted on miércoles, 16 de enero de 2008
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En una mañana invernal y dado que no disponía de mucho tiempo para salir de excursión a la Sierra, decidí quedarme por los alrededores de casa. Bajé muy de mañana al Río Cubillas, el cual dista a menos de 500 metros de casa, y dí un pequeño paseo por su margen derecha. Me sorprendió descubrir esta bella imagen en uno de los recodos, ya que conociendo perfectamente todos los rincones del río no esperaba verme sorprendido por una imagen tan evidentemente fotogénica. La bruma y los primeros rayos de sol añadieron la atmósfera necesaria para transformar una imagen corriente y sosa en otra mucho más atractiva.
No obstante lo que pueda parecer, la imagen parece mostrar un paraíso que realmente no existe. Si bien el río conserva aún muchos de sus valores, no es menos cierto que la deforestación abusiva a la que está siendo sometido por parte de agricultores agoniosos (por sacarle un par de metros más a los campos de labor) y la contaminación de poblaciones cercanas que vierten sus aguas residuales sin depurar, lo están convirtiendo en un estercolero.
De niño me bañaba en sus aguas, he pescado en sus recodos y tengo grabadas en mi mente escenas maravillosas de martines pescadores, de garzas pescando, de zorros bebiendo agua en sus orillas... He oído las historias de la gente del pueblo que me contaba como hace varios años era muy frecuente ver nutrias, gatos monteses e incluso algún lince ibérico...
Lo que estamos haciendo como sociedad no lo entiende nadie... Pero claro que, si ni siquiera somos capaces de defender la vida de nuestros semejantes, si destruimos la vida incluso de aquellos que en el seno de su madre no pueden hablar ni defenderse, ¿nos vamos a preocupar de la destrucción que generamos en nuestro entorno?
Cuando pienso en el momento que hice esta foto aún me parece oír la voz agónica del río pidiendo ayuda, pidiéndonos a todos que reflexionemos, pidiéndonos a todos que pensemos que somos hijos de Dios y por tanto responsables de lo que hacemos los unos con los otros y responsables (de hecho fue el regalo de bodas que hizo a Adán y a Eva) de la gestión de toda la Creación natural (somo corregentes de la misma), la cual tenemos la responsabilidad de cuidar (por amor a Él) y la obligación de compartir con las generaciones venideras (es el regalo que Dios hizo a toda la humanidad, incluida aquella que aún está por venir) De la misma forma que el novio enamorado regala un ramo de rosas a la novia, así el Dios vivo, enamorado de su creación (a la humanidad me refiero) nos dio la belleza que sale de sus manos, igualito que hace un padre y una madre con el que será el dormitorio de su futuro hijo (pintando las paredes, la cunita por aquí, el osito por allí...).
Siento extenderme tanto pero tenía muchas ganas de hacer esta reflexión y a la par de pedir que reflexionemos sobre el medio ambiente, también quisiera advertir de que amar y respetar la naturaleza no puede ni debe convertirse en idolatría hacia la misma, puesto que por desgracia también hay mucho pirado que la antepone a las necesidades básicas de supervivencia del hombre.
Ya está, ya me he despachado... Si no lo digo, reviento. Gracias por la paciencia. Un saludo.